Hoy, dicen los expertos, no hay que ceder a la presión de
los colegios, que ha llevado a "escolarizar la educación parvularia",
una de las tendencias más nocivas del último tiempo. Enseñarles a leer y a
sumar en el jardín genera mucho estrés en los niños. Lo que hay que hacer es
dejarlos que jueguen apoyados en material didáctico, para estimular que su
cerebro construya un mejor camino hacia el aprendizaje. Sólo así se evitará que
se pierda el gran potencial que tienen a esa edad.
La educadora María Isabel Díaz usa una imagen simple para
dar cuenta de la importancia de la educación preescolar en los niños. Directora
académica de EducaUC Inicial -una institución que busca mejorar la calidad y
equidad de la educación en salas cuna y jardines infantiles-, dice que si uno
mirara el cerebro de un niño que ha sido debidamente estimulado podría ver una
cabeza llena de circuitos neuronales, como un árbol con múltiples ramas. Al
observar el de un niño de la misma edad que no ha recibido estimulación, en
cambio, se verían circuitos cortados, lo que los neurocientíficos llaman una
"poda neuronal" y que recuerda la imagen de un árbol sin follaje y
con ramas con cortes abruptos.
-En el segundo caso, el cableado se perdió, porque no hubo
estimulación. En el niño que sí la tuvo se ve una unión entre neurona y
neurona; quedó establecido un camino y eso hace que aprenda más rápido. Los que
tienen la poda van a tener más dificultades de aprendizaje -dice.
Establecer ese "cableado", sin embargo, no se
logra de cualquier manera, y a diferencia de lo que muchos padres creen, no
requiere exigirles grandes tareas a sus hijos.
Francisca Morales, encargada del área de desarrollo infantil
temprano de la Unicef, explica que una de las tendencias más nocivas de estos
tiempos es lo que ella llama la "escolarización de la educación
inicial".
El problema, dicen los especialistas, es que esta tendencia
está generando mucho estrés entre los más pequeños. Para que se facilite el aprendizaje
a largo plazo, explican, el niño tiene que sentirse acogido tal como es, ser
ayudado en la superación de sus dificultades sin tener la vara demasiado alta
para su edad. De lo contrario sentirá frustración y estrés.
-El ambiente afectivo de la familia y del jardín en eso es
tremendamente importante. Tiene que respetar el ritmo de cada niño y entender
que sus dificultades muchas veces son madurativas y que por lo tanto en algún
minuto va a aprender a leer -dice Francisca Morales.
La presión porque los niños queden admitidos en buenos
colegios, la mayor exigencia académica de éstos y por ende de los padres han
llevado a numerosos jardines infantiles a adoptar prácticas que se asemejan a
las de la escuela básica y que no corresponden a lo que se espera para su tramo
de edad. En ese sentido, Francisca Morales cree que se debiera más bien
"parvularizar el colegio".
-Se ha visto que cuando un niño entra a primero básico es
como si le cambiaran el sistema completo, porque se sienta con uniforme, en
bancos, todos mirando al frente, con una profesora y eso es totalmente distinto
a lo que tenía el año anterior en el jardín donde se privilegiaba lo lúdico.
Entonces para que ese cambio no les cueste tanto a los niños, en educación
inicial empezaron a prepararlos para que entren mejor al colegio trabajando en
un formato más estricto. Tal vez sería mejor que los niños de primero y segundo
básico siguieran trabajando en círculos, incorporando cosas lúdicas, con más
actividades de socialización. Se tiene la idea errónea de que la capacidad del
niño de aprender está sólo puesta en un libro de lenguaje o matemática, cuando
en realidad los bloques básicos del desarrollo cognitivo están bien puestos,
por ejemplo, en el desarrollo psicomotor, en la capacidad de abstracción que
puede ser trabajada con elementos mucho más lúdicos.
María Isabel Díaz de EducaUC Inicial ve con preocupación el
hecho de que los jardines infantiles estén dejando de lado las habilidades
psicoemocionales a favor de lo cognitivo. Lamenta que a pesar de que las bases
curriculares les den importancia a ambas, los establecimientos, muchas veces a
petición de los padres, se centren más en las puramente cognitivas.
-Algunos colegios piden incluso que los alumnos lleguen
sabiendo leer, y no hay ningún elemento predictor que diga que si uno aprendió
a leer a los 3 o 4 años, después va a ser mejor lector. Sin embargo, sobre todo
en los últimos meses del año, los jardines empiezan un entrenamiento con fichas
de trabajo para que los niños puedan rendir en las pruebas de los colegios. Eso
pasa desde el conocimiento de los colores, la identificación de letras y
números, hasta sumas y restas y poder escribir palabras enteras. A los 4 o 5
años el niño debiera estar dominando las vocales fundamentales y conocer algunas
palabras. No necesita estar leyendo. Hay una exigencia que es desmedida
-insiste.
Francisca Morales, de Unicef, agrega:
-Las habilidades sociales recién se están descubriendo en el
mundo escolar y profesional. Ahora todos hablan del coaching y de las habilidades
blandas, pero en psicología se sabe hace rato lo importante que es una buena
inserción, una buena capacidad de pedir disculpas, de expresar las ilusiones. Y
eso se trabaja en el jardín infantil. A través de la educación inicial uno
puede crear ciudadanos más respetuosos de otros, ciudadanos capaces de
preocuparse del otro, del medio ambiente y no sólo de sí mismos. Y ésa es una
de las grandes tareas de la educación en general.
Aprender jugando
Para enseñar habilidades cognitivas y psicoemocionales, los
expertos dicen que los jardines infantiles deben centrarse en lo que llaman el
"juego pedagógico".
-Los niños van al jardín a aprender jugando. Por eso lo que
las educadoras tienen que ofrecerles es un juego con sentido, que les permita
aprender más vocabulario, aprender qué los entretiene y qué no, llevarlos a
desarrollar un espirítu crítico para poder tomar decisiones, ser más autónomos.
Se trata de entregarles habilidades para la vida desde chiquititos y que lo
pasen bien -dice Carmen Balmaceda, educadora de párvulos especializada en
educación especial y diferencial, quien fue durante años la coordinadora de
educación preescolar del Colegio SS.CC. Manquehue.
María Isabel Díaz coincide. Explica que el juego con fines
pedagógicos tiene que estar acompañado de preguntas "divergentes", es
decir, preguntas abiertas que llevan a los niños a hacer asociaciones. Tienen
que ser preguntas que los hagan pensar: ¿qué harías tú en caso de? ¿Qué estará
pensando ese niño?
-Nos estamos alejando de las preguntas como ¿De qué color es
el perro? Ahora es: ¿Qué está haciendo el perro, por qué está ladrando, que
estará advirtiendo, qué ves tú? No hay respuestas hechas y eso moviliza el
pensamiento, el razonamiento de los niños.
La directora académica de EducaUC inicial explica que todo
apunta a "provocar cognitivamente" al niño, a llevarlo a tener un
buen lenguaje (expresarse y entender bien le permitirá aprender mejor y
desarrollar memoria), investigar, explorar, resolver problemas, hacer
intercambios, tomar decisiones. La idea es que ese aprendizaje cognitivo se una
al desarrollo de habilidades psicosociales hoy altamente valoradas en la
adultez.
En educación inicial son esenciales los principios de
respetar la individualidad del niño, del aprendizaje a través del juego, del
trabajo con la familia y del concepto de integralidad.
-Uno no puede hablar de la educación de niños pequeños sin
tener entremedio el tema del cuidado. En esa etapa el desarrollo socioemocional
es fundamental porque es el que permite el desarrollo cognititivo -dice Ana
María Cabello, Coordinadora de Educación Inicial de la Fundación Chile.
Los 16 mapas
de progresos
A pesar de los problemas de cobertura que se han destacado
en los medios -según la encuesta Casen, sólo el 39,4% de los niños de cero a
cinco años asiste a un establecimiento de educación preescolar-, la inequidad
que persiste en el acceso -se registra una diferencia de un 20% entre el
quintil más alto y el más pobre- y la necesidad de mejorar la calidad de la
educación parvularia, a diferencia de otros países de América Latina, Chile
cuenta desde 2001 con bases curriculares sólidas que establecen las
expectativas de aprendizaje de los niños en distintos ámbitos según su edad.
Éstas siguen 16 "mapas de progresos" que incluyen áreas como el
razonamiento lógico-matemático, el descubrimiento del mundo natural, y la
iniciación a la lectura, entre otros. Pero también contemplan otras menos
cognitivas como el cuidado de sí mismo, el reconocimiento y la expresión de
sentimientos, la interacción social y la formación valórica.
Los jardines tienen distintas metodologías (montessoriana,
personalizada, high scopes, etc.) y la idea es que todos busquen cumplir con
esas metas de aprendizaje. Hay consenso entre los expertos en que lo ideal es
que todos los niños de dos a tres años máximo acudan a algún jardín infantil.
-Se supone que hasta los dos años, el contacto que necesita
el niño está centrado en menos personas, en adultos significativos. Pero ya a
partir de los dos años, el niño empieza a necesitar a los pares, que le
permiten otro tipo de interacciones distintas a las que tienen con los adultos
-explica Ana María Cabello de la Fundación Chile.
Según los expertos, la socialización es clave, sobre todo en
tiempos en que los niños viven más encerrados, con menos vida de barrio y menos
hermanos por familia.
-Nosotros lo que queremos es que los niños compartan unos
con otros, sean capaces de interactuar, de organizarse en un proyecto, de armar
un juego, de poder enfrentar situaciones, resolver problemas sociales,
afectivos, lo que es la diferencia, el conflicto. Y también que vayan
desarrollando competencias como para poder ponerse en el lugar del otro -dice
María Isabel Díaz.
-La interacción con los pares desde temprana edad es muy
importante porque genera un andamiaje para una adecuada socialización del niño.
Y, por otra parte, a través de otros niños, se exploran herramientas de
lenguaje y comunicación que no son necesariamente la palabra -agrega Paula Bedregal,
especialista en medicina familiar de la Facultad de Medicina de la Universidad
Católica y doctora en psicología
Participar de una comunidad de niños les permite además a
los pequeños aprender a conocerse, comparando sus habilidades y dificultades
con las de los demás, lo que facilita más tarde su inserción en cualquier
espacio de convivencia.
Más allá del contacto con los pares bajo la supervisión de
adultos, según los especialistas, los jardines infantiles deben además
preocuparse de enseñar las bases del desarrollo psicomotor, cognitivo y
psicoemocional. En ese sentido, la campaña que lanzó el Ministerio de Educación
hace unas semanas para invitar a los padres a inscribir a sus hijos al jardín
infantil e intentar revertir así desde las bases las inequidades en materia
educativa, ha vuelto a alertar a familias y especialistas sobre los efectos de
la falta de educación preescolar en el desarrollo de los niños.
¿Qué tan determinante es para su futuro que se los eduque en
instituciones especializadas desde temprana edad? ¿Cuál es la mejor manera de
hacerlo? ¿Qué deben aprender en esa etapa y cuáles son los principales errores
que se cometen hoy en la educación inicial en Chile? son algunas de las
preguntas que surgen. Para muchas ya hay respuestas. En los últimos años,
numerosos estudios científicos a nivel internacional han confirmado que existe
una diferencia importante en el rendimiento académico, el manejo de habilidades
sociales, e incluso, a más largo plazo, en el desempeño profesional entre quienes
tuvieron educación preescolar y quienes no.
0 comentarios: