Gratuidad de la educación para qué y quiénes

¿Se justifica exigir gratuidad de la educación? Sí a nivel de la enseñanza temprana, de la primaria y secundaria.  


José Joaquín Brunner 
Es sabido que, en comparación con el promedio de los países de la OCDE, Chile gasta en educación sustancialmente menos en todos los niveles (moneda con igual poder adquisitivo). Lo interesante, sin embargo, es observar que mientras en preprimaria (niños de 3 y más años) y en educación superior invertimos alrededor de dos tercios del monto invertido por el promedio de la OCDE en cada caso, en el nivel primario en cambio llegamos apenas al 38% y, más dramático aún, a un enflaquecido 29% en el nivel secundario.
Es decir, el gasto es razonable al comienzo del proceso formativo, aunque falta ampliar el acceso a los hogares de menores recursos y con menor capital cultural y social. Luego, en los niveles decisivos para el aprendizaje de competencias cognitivas, interpersonales y de manejo de sí mismo, el gasto es claramente insuficiente, con excepción del pequeño círculo que asiste a colegios privados pagados.
Y el gasto vuelve a alzarse comparativamente en la educación superior, claro que imponiéndoles una gravosa carga a los estudiantes y sus familias.
¿Cómo evaluar este patrón del gasto educacional desde el punto de vista de la equidad? Sin duda, como progresivo al inicio, pero con insuficiente participación de los niños con mayores necesidades, lo cual limita su efecto de compensación de desigualdades. Enseguida, como regresivo a lo largo de la educación obligatoria, donde la sociedad chilena gasta más en los jóvenes que más tienen y menos en aquellos provenientes de cuna desfavorecida.
Así, el efecto Mateo consuma sus perversas consecuencias, beneficiando a los herederos del capital socioeconómico y cultural y postergando a los desheredados de la comunidad.
Finalmente, a nivel terciario, el alto costo de la educación es compartido entre el presupuesto público y los particulares que se beneficiarán con su inversión en capital humano, lo cual es positivo para la equidad.
Sin embargo, el Estado necesita incrementar aún más la cantidad y mejorar la calidad de las becas y créditos estudiantiles, y las universidades, por su parte, deben justificar los aranceles que cobran y controlar costos, elevar las tasas de retención de sus alumnos y de graduación oportuna, y hacer más pertinentes y eficientes sus currículos de formación técnica y profesional. De lo contrario, la masiva participación de las actuales y futuras generaciones podría frustrarse por falta de apoyo público.
En este cuadro, ¿se justifica exigir gratuidad de la educación? Ciertamente sí a nivel de la enseñanza temprana y obligatoria (primaria y secundaria), la que debiera ser financiada íntegra y generosamente por la renta nacional. Es una condición ineludible para que los jardines infantiles y colegios subvencionados puedan compensar desigualdades de origen, revirtiendo en lo posible el efecto Mateo. Por el contrario, traspasar el costo completo de la educación superior a los contribuyentes no sólo favorecería a los jóvenes ricos en medios económicos y culturales y en contactos sociales, sino que desviaría, además, recursos requeridos para asegurar la efectiva gratuidad y calidad de la educación preescolar y escolar, postergando así la respuesta al problema más básico de productividad y justicia social que enfrenta la sociedad chilena.
¿Es imprescindible para estos fines llevar a cabo una reforma tributaria que incremente los ingresos del Estado? Sí lo es, a condición de que el monto recaudado sea significativamente superior al anunciado por el gobierno; se destine a objetivos educacionales claramente delineados y acordados; se reserve básicamente para educación inicial y obligatoria y para los estudiantes de escasos recursos de la educación superior, y que su aplicación se acompañe de sustanciales mejoras de la gestión institucional.

Fuente: El mercurio.com


¿Qué deberían enseñar los jardines infantiles?

Hoy, dicen los expertos, no hay que ceder a la presión de los colegios, que ha llevado a "escolarizar la educación parvularia", una de las tendencias más nocivas del último tiempo. Enseñarles a leer y a sumar en el jardín genera mucho estrés en los niños. Lo que hay que hacer es dejarlos que jueguen apoyados en material didáctico, para estimular que su cerebro construya un mejor camino hacia el aprendizaje. Sólo así se evitará que se pierda el gran potencial que tienen a esa edad.
La educadora María Isabel Díaz usa una imagen simple para dar cuenta de la importancia de la educación preescolar en los niños. Directora académica de EducaUC Inicial -una institución que busca mejorar la calidad y equidad de la educación en salas cuna y jardines infantiles-, dice que si uno mirara el cerebro de un niño que ha sido debidamente estimulado podría ver una cabeza llena de circuitos neuronales, como un árbol con múltiples ramas. Al observar el de un niño de la misma edad que no ha recibido estimulación, en cambio, se verían circuitos cortados, lo que los neurocientíficos llaman una "poda neuronal" y que recuerda la imagen de un árbol sin follaje y con ramas con cortes abruptos.
-En el segundo caso, el cableado se perdió, porque no hubo estimulación. En el niño que sí la tuvo se ve una unión entre neurona y neurona; quedó establecido un camino y eso hace que aprenda más rápido. Los que tienen la poda van a tener más dificultades de aprendizaje -dice.
Establecer ese "cableado", sin embargo, no se logra de cualquier manera, y a diferencia de lo que muchos padres creen, no requiere exigirles grandes tareas a sus hijos.
Francisca Morales, encargada del área de desarrollo infantil temprano de la Unicef, explica que una de las tendencias más nocivas de estos tiempos es lo que ella llama la "escolarización de la educación inicial".





64% niños que no van a preescolar son de sectores de bajos recursos 




    En Chile hay 77.500 niños de cuatro y cinco años que no asisten a kínder y prekínder. De ellos, 50 mil (el 64% del total) provienen de las familias que pertenecen a los tres quintiles más pobres de la población.
Si se considera a todos los menores de 6 años, son 370 mil los niños que no van a sala cuna, jardín infantil o colegios, lo que representa el 53% de los menores de esa edad.
    Con estas cifras en la mano, el ministro de Educación, Harald Beyer, llamó a los padres a enviar a sus hijos a la educación preescolar, ya que ello permite "nivelar la cancha" antes de llegar a la básica.
    "Cuando los niños entran a primero básico tienen enormes diferencias en habilidades cognitivas y socioemocionales, que están correlacionadas con el capital cultural de los hogares. Si queremos que ese capital no pese, necesitamos que la educación preescolar aborde las diferencias", dijo la autoridad.

Educación preescolar: ¿cómo mejorar la calidad pedagógica?

Experto en educación expuso que es posible definir un concepto de calidad si se consideran las visiones de todos los actores, incluidos los niños, que participan en el proceso educacional.

Con la participación del doctor en educación Wolfgang Tietze, la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji) y EducaUC de la Universidad Católica presentaron la Conferencia “Experiencias internacionales exitosas: ¿cómo mejorar la calidad pedagógica en nuestros jardines infantiles?”, donde el académico alemán presentó parte de los resultados de las investigaciones realizadas en la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA).
En su exposición ¿Qué es la calidad pedagógica y cómo puede ser medida?, el experto en educación temprana destacó la labor de los profesores de los jardines pero explicó que ellos no son los únicos responsables de la educación de los niños en sus primeros años de vida: “la calidad educacional es un concepto que debe definirse con la opinión de todos los que participan en el proceso de desarrollo: los padres, profesores, sostenedores y empleadores” pero aclaró que la visión más importante es la de los niños.
“Cuando el ambiente es seguro y saludable, cuando se estimula el desarrollo motriz, socioemocional y cognitivo a corto y largo plazo y se guía a los padres en el proceso, podríamos hablar de un concepto más completo de calidad”.
Tietze expuso que una educación de calidad tiene un impacto notorio a corto plazo, acelerando en un año el desarrollo de un niño. “Su efecto sobre el lenguaje, el desarrollo social y el rendimiento escolar al finalizar segundo básico es mayor que el de la calidad de la enseñanza básica”, sentenció.
Respecto a si la calidad se puede medir, el académico alemán explicó que era posible hacerlo en base a evidencia empírica, y añadió que la calidad “es posible evaluarla objetivamente, puede ser sistemáticamente mejorada y también puede ser estandarizada”
El vicepresidente ejecutivo de la Junji, Hernán Ortiz, se reifirió a la situación actual de la calidad de la educación prescolar en Chile: “el tema de la calidad es muy importante porque sabemos que el trabajo en la educación prescolar redundará en la vida adulta”, expresó , y agregó: “hay un gran avance en los últimos años en la creación de políticas públicas para proteger la primera infancia”.
Fuente: lanacion.cl
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